27 de febrero de 2014

Paco de Lucía en el diccionario



Mito (1): Narración maravillosa situada fuera del tiempo histórico y protagonizada por personajes de carácter divino o heroico. Con frecuencia interpreta el origen del mundo o grandes acontecimientos de la humanidad
(Diccionario de la lengua española, DRAE, 2001)
Días antes del concierto de Paco de Lucía creía saber lo que iba a suceder. Iba a escuchar a un excelente guitarrista flamenco, el mejor de ellos, extremadamente virtuoso y con una carrera de más de treinta años, recorriendo el mundo de norte a sur y de este a oeste. Nada que no supiéramos todos los que íbamos a asistir. Y pese a ello, no me consideraba, ni mucho menos, un acérrimo y fanático admirador del ayer fallecido guitarrista. No tengo sus discos (sólo un doble recopilatorio) y he de reconocer que escucharlo entero me cansa. No me da miedo el sacrilegio que para algunos esto pueda representar. Muchos artistas me fascinan pero no los escucho regularmente. No sabía pues, si iba a ese concierto como admirador de su música o como admirador del mito. Ya sabéis, eso de “hay que ir a verlo”.
Mito (2): Persona o cosa rodeada de extraordinaria estima
(Diccionario de la lengua española, DRAE, 2001)
Mis dudas se disiparon en el instante en el que el genio se sentó en la silla y cogió su guitarra. Y sí, acerté en lo de excelente guitarrista flamenco, el mejor de ellos, extremadamente virtuoso y con una carrera de más de treinta años. Pero fue mucho más que música, igual que algunos libros son mucho más que hojas encuadernadas, o algunos edificios mucho más que piedra y ladrillo. Fue algo que haces tuyo, como si la multitud que te acompaña no existiera durante esa hora y media. Paco de Lucía, que junto a Camarón sacó el flamenco de los tablaos para llevarlo a teatros y grandes recintos, convirtió esa noche el Pabellón Príncipe Felipe de Zaragoza en el salón de mi casa, tocando sólo para mí.
Fue algo indescriptible que te hace vivir ese momento como mágico e irrepetible. El sonido hipnótico de la música, el respetuoso silencio del público (algo difícil en algunos conciertos, en los que parece que la gente vaya a contarse cómo le va la vida), apenas roto por los “olés” de los gitanos, engalanados como para ir de boda. Quizás sólo fui yo, aprendiz de Stendhal, que no iba predispuesto a esa magia, el que sentí que las emociones traspasaban con creces la barrera de la música.
Mito (3): Historia ficticia o personaje literario o artístico que condensa alguna realidad humana de significación universal
(Diccionario de la lengua española, DRAE, 2001)
Años antes, había asistido a un concierto de Michel Camilo con Tomatito. Recuerdo que pensé que Tomatito era excelente, y que la figura de Paco de Lucía, aún dejándole el camino libre para destacar con Camarón, le había eclipsado en exceso. Esa noche en el Príncipe Felipe cambié de opinión cuando salí de allí con el corazón encogido. En realidad, no fui capaz de valorar lo que había visto. Aún no puedo hacerlo. No sé si fue o no un gran concierto del viejo guitarrista, porque sólo he asistido a ese y por tanto no tengo otros con los que compararlo. No sé si se le notaba ya cansado de tantas giras o si sus “transgresiones” del flamenco seguían intactas (el “Entre dos aguas” acompañado de armónica me hace pensar que sí). Pero estoy seguro de que lo que ahí escuché fue bello. Supongo que el sentir esa belleza, que te habla de manera íntima y privada, pero cuya conversación eres incapaz de transcribir, es lo que separa la excelencia de la genialidad, una fina línea que muy pocos traspasan. Tal vez, sólo tal vez, aparezca en los años venideros un guitarrista mejor, más virtuoso, más rápido, más versátil. Pero esas gotas de genialidad dudo que las posea nadie jamás en el mundo del flamenco, igual que no habrá otro Velázquez, otro Poe, otro Stevenson, otro Dylan….
A partir de ahora seguiré escuchando mi doble recopilatorio de forma esporádica, porque me sigue cansando una escucha prolongada, pero siempre recordaré que Paco de Lucía tocó una noche de octubre para mí exclusivamente, aunque éramos miles, y fue una de las cosas más estremecedoras que me ha ocurrido en la vida. Que siga sonando su música en el mundo, de norte a sur y de este a oeste.