Mito (1): Narración maravillosa situada fuera
del tiempo histórico y protagonizada por personajes de carácter divino o
heroico. Con frecuencia interpreta el origen del mundo o grandes
acontecimientos de la humanidad
(Diccionario de la lengua española,
DRAE, 2001)
Días antes del concierto de Paco de Lucía creía saber lo que iba a suceder. Iba a
escuchar a un excelente guitarrista flamenco, el mejor de ellos, extremadamente
virtuoso y con una carrera de más de treinta años, recorriendo el mundo de
norte a sur y de este a oeste. Nada que no supiéramos todos los que íbamos a
asistir. Y pese a ello, no me consideraba, ni mucho menos, un acérrimo y
fanático admirador del ayer fallecido guitarrista. No tengo sus discos (sólo un
doble recopilatorio) y he de reconocer que escucharlo entero me cansa. No me da
miedo el sacrilegio que para algunos esto pueda representar. Muchos artistas me
fascinan pero no los escucho regularmente. No sabía pues, si iba a ese
concierto como admirador de su música o como admirador del mito. Ya sabéis, eso
de “hay que ir a verlo”.
Mito (2): Persona o cosa rodeada de
extraordinaria estima
(Diccionario de la lengua española,
DRAE, 2001)
Mis dudas se disiparon en el instante en el que el genio se sentó en la
silla y cogió su guitarra. Y sí, acerté en lo de excelente guitarrista
flamenco, el mejor de ellos, extremadamente virtuoso y con una carrera de más de treinta años. Pero fue mucho más que
música, igual que algunos libros son mucho más que hojas encuadernadas, o
algunos edificios mucho más que piedra y ladrillo. Fue algo que haces tuyo,
como si la multitud que te acompaña no existiera durante esa hora y media. Paco
de Lucía, que junto a Camarón sacó el flamenco de los tablaos para llevarlo a
teatros y grandes recintos, convirtió esa noche el Pabellón Príncipe Felipe de
Zaragoza en el salón de mi casa, tocando sólo para mí.
Fue algo indescriptible
que te hace vivir ese momento como mágico e irrepetible. El sonido hipnótico de
la música, el respetuoso silencio del público (algo difícil en algunos
conciertos, en los que parece que la gente vaya a contarse cómo le va la vida),
apenas roto por los “olés” de los gitanos, engalanados como para ir de boda. Quizás
sólo fui yo, aprendiz de Stendhal, que
no iba predispuesto a esa magia, el que sentí que las emociones traspasaban con
creces la barrera de la música.
Mito (3): Historia ficticia o personaje
literario o artístico que condensa alguna realidad humana de significación
universal
(Diccionario de la lengua española,
DRAE, 2001)
Años antes, había asistido a un concierto de Michel Camilo con Tomatito.
Recuerdo que pensé que Tomatito era excelente, y que la figura de Paco de
Lucía, aún dejándole el camino libre para destacar con Camarón, le había
eclipsado en exceso. Esa noche en el Príncipe Felipe cambié de opinión cuando
salí de allí con el corazón encogido. En realidad, no fui capaz de valorar lo
que había visto. Aún no puedo hacerlo. No sé si fue o no un gran concierto del
viejo guitarrista, porque sólo he asistido a ese y por tanto no tengo otros con
los que compararlo. No sé si se le notaba ya cansado de tantas giras o si sus
“transgresiones” del flamenco seguían intactas (el “Entre dos aguas” acompañado
de armónica me hace pensar que sí). Pero estoy seguro de que lo que ahí escuché
fue bello. Supongo que el sentir esa belleza, que te habla de manera íntima y
privada, pero cuya conversación eres incapaz de transcribir, es lo que separa la
excelencia de la genialidad, una fina línea que muy pocos traspasan. Tal vez,
sólo tal vez, aparezca en los años venideros un guitarrista mejor, más
virtuoso, más rápido, más versátil. Pero esas gotas de genialidad dudo que las
posea nadie jamás en el mundo del flamenco, igual que no habrá otro Velázquez,
otro Poe, otro Stevenson, otro Dylan….
A partir de ahora seguiré escuchando mi doble recopilatorio de forma
esporádica, porque me sigue cansando una escucha prolongada, pero siempre recordaré
que Paco de Lucía tocó una noche de octubre para mí exclusivamente, aunque
éramos miles, y fue una de las cosas más estremecedoras que me ha ocurrido en
la vida. Que siga sonando su música en el mundo, de norte a sur y de este a
oeste.
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