14 de diciembre de 2015

El Valle del Loira en bici. Día 3: Amboise-Chenonceaux-Amboise

Es hora de dejar Tours y partir hacia nuestro siguiente destino, Amboise. Cogemos nuestras mochilas y nuestras bicicletas y viajamos en tren los 17 kilómetros que separan las dos ciudades. Es algo que ya habíamos decidido de antemano. Los recorridos entre las ciudades donde íbamos a dormir los haríamos en tren. No nos apetecía ir cargados. No obstante, las distancias ya veis que son cortas así que se puede hacer todo el trayecto en bicicleta.

Nuestro hotel de Amboise, La Brèche, está justo al lado de la estación de tren. Cuando entras al hotel hay una zona ajardinada con mesas. El hotel tiene realmente dos partes: un edificio con habitaciones, lo que sería un hotel convencional y en esa misma zona ajardinada unas cuantas habitaciones a pie de calle (o de jardín, como queráis llamarlo). Nosotros estuvimos en una de estas últimas. Era una habitación pequeña pero cómoda. Este hotel sí que tiene restaurante (que no utilizamos) y el desayuno no está incluido en el precio de la habitación. Como el hotel de Tours, también tiene un garaje para guardar las bicicletas de los clientes.

Nuestro tercer día vamos a dedicarlo a visitar el castillo de Chenonceau, situado en el pueblo de Chenonceaux, a unos 15 kilómetros de Amboise. La salida de Amboise es por una carretera convencional, aunque no hay tráfico intenso pese a ser un destino turístico. Apenas a unos kilómetros hay un desvío por el que entras a una pista asfaltada que cruza un bosque y por la que no circulan vehículos a motor. 

Bosque a Chenonceau
Cruzando el bosque

Una vez sales del bosque continúas por una carretera. La mayoría de las vías ciclistas discurren por carreteras antiguas que ya no son transitadas por coches porque existen otras nuevas en mejores condiciones para ellos.

En una hora y media aproximadamente (sin prisas), llegamos a nuestro destino. En los dominios del castillo está prohibido entrar con comida (hay un restaurante dentro, eso sí). Sin embargo, justo a la entrada hay un puesto de comida (bocadillos, pizzas…). Nuestro primer pensamiento es que van a hacer negocio con la excusa y el precio va a ser desorbitado. Pero no. No es más caro que si lo compras en cualquier otro establecimiento (eso no quiere decir que sea barato, que estamos en Francia).

El Castillo de Chenonceau es el segundo palacio más visitado de Francia tras Versalles. Y la verdad es que lo ratificamos enseguida. Estaba abarrotado de turistas y aunque en los jardines no se notaba tanto, en el interior del castillo había momentos de un poco de agobio, sobre todo en la entrada. No obstante, si sólo tenéis dinero para una visita, gastároslo en este castillo, no sólo por su belleza sino también por su historia. Llamado también el Castillo de las Damas, fue construido en 1513 por Katherine Briçonnet (en realidad pertenecía a su marido, Thomas Bohier) sobre los pilares de un molino y un anterior castillo fortificado, posteriormente fue embellecido por Diana de Poitiers y por Catalina de Médicis y salvado del rigor de la Revolución por la Señora Dupin. Como curiosidad (una de muchas), durante la II Guerra Mundial el castillo se encontraba entre la zona ocupada y la zona libre demarcada por el río Cher, por lo que se utilizó como via de huida. 

Chenonceau
Vista del castillo desde los Jardines de Diana de Poitiers

Chenonceau
El castillo sobre el río Cher

Chenonceau
Vista de la Torre de los Marques desde el interior del castillo

Chenonceau
Vista del castillo desde los Jardines de Catalina de Médicis



En definitiva, un castillo espectacular, sin duda el más bonito de todos. Tras pasar el día entre sus muros y sus jardines, es hora de volver a Amboise por la misma ruta por la que habíamos venido por la mañana. Cenamos a los pies del castillo de Amboise y a dormir temprano.






11 de diciembre de 2015

El Valle del Loira en bici. Día 2: Tours-Azay-le-Rideau-Villandry-Tours

Es nuestro segundo día en Tours y hoy es cuando empieza nuestro recorrido de verdad. Después de desayunar partimos hacia el primer castillo de la ruta, Azay-le-Rideau. Aunque las rutas están perfectamente indicadas durante todos los itinerarios que realizamos, debo decir que llevábamos un libro con los mapas de las rutas llamado Castillos del Loira: el río Loira en bicicleta, editado por Petirrojo Ediciones

De Tours a Azay-le-Rideau hay aproximadamente unos 25 kilómetros que discurren por carretera. Eso sí, es una carretera sin apenas tráfico. Creo que vimos más bicicletas que coches. Nada más comenzar, el primer problema. El guardabarros trasero de la bicicleta de Maida golpeaba la rueda y la frenaba un poco (aparte del molesto ruido), así que paramos en un taller del primer pueblo que atravesamos, pedimos una llave inglesa y directamente lo quitamos. Problema resuelto. 

En una hora y media aproximadamente llegamos a Azay-le-Rideau. Es un pueblo pequeño y si queréis ver el castillo tendréis que pagar la entrada ya que no es posible ver ni siquiera el exterior, aunque sinceramente merece la pena pagarla. 

Entrada al castillo de Azay-le-Rideau

Vista lateral de Azay-le-Rideau

Vistas al jardín desde el interior del castillo

Interior del castillo. Chimenea con una salamandra esculpida, símbolo de Francisco I

Visto el castillo, paramos en una tienda del pueblo y compramos pan y algo de embutido para comer más tarde y partimos hacia Villandry. Es un recorrido corto, de unos 12 kilómetros, apenas 45 minutos. Cuando llegamos, descubrimos que cerca de la entrada del castillo había un parque con mesas, así que aprovechamos para comer.

Para visitar el castillo de Villandry existen dos opciones: una que incluye la visita el castillo y los jardines y otra solo para los jardines. Nosotros escogimos la segunda. La verdad es que ya teníamos planeado y presupuestado qué castillos visitar. Como no entramos no puedo opinar sobre el interior, pero los jardines son espectaculares. 
Exterior del castillo de Villandry

Jardines

Estanque con forma de Espejo Luis XVI

Huertos

Por cierto, este castillo fue adquirido en 1906 por un español, Joachim Carvallo, que lo salvó de la ruina restaurándolo con su dinero y además creó los jardines. A día de hoy todavía es propiedad de la familia Carvallo. Eso sí, lo mantienen abierto al público. Algunos “Grandes de España” deberían aprender de este hecho.

Aún impresionados por los jardines, salimos de Villandry y nos dirigimos de vuelta a Tours. Son unos 17 kilómetros. Aunque no son muchos kilómetros los recorridos en total (venimos a hacer turismo, no deporte), si sumamos las visitas y estar todo el día fuera, el resultado es que llegamos bastante cansados, así que cenamos algo y a dormir. 


Enlaces:
Página del Castillo de Azay-le-Rideau
Página del Castillo de Villandry 


9 de diciembre de 2015

El Valle del Loira en bici. Día 1: Zaragoza-Pau-Tours

Como decíamos en la introducción, (sí, fue hace mucho), partimos en coche desde Zaragoza para ir hasta Pau. El viaje dura unas tres horas y media, pudiendo ir bien a través del túnel del Somport o bien a través del puerto de Portalet que es la ruta que nosotros seguimos. Este recorrido es mucho más bonito que atravesar un túnel de 8 kilómetros, aunque debemos avisaros de que no vayáis con el tiempo muy justo ya que es una ruta en la que es difícil realizar adelantamientos y normalmente hay bastante tráfico. Además, podéis encontraros con rebaños de vacas en la carretera. 

Una vez que llegamos a Pau no tuvimos inconveniente en aparcar el coche cerca de la estación. A unos cinco minutos hay un aparcamiento gratuito. Como todo no se puede predecir, el día que fuimos no se podía aparcar porque era zona de aparcamiento para el Tour de Francia. No obstante, no tuvimos problema para encontrar sitio en la calle. Si vais en coche y tenéis reparo en dejarlo aparcado varios días, en la misma estación de tren existe un parking de pago.

Tras seis horas de tren llegamos a Tours aproximadamente a las seis de la tarde. Teníamos reserva en el hotel Mirabeau, situado a apenas diez minutos de la estación. Es un hotel sencillo, limpio y cómodo, situado en un edificio antiguo. No tiene servicio de restaurante (no lo necesitábamos) pero sí posibilidad de desayuno (se paga aparte). Además, cuenta con un pequeño garaje individual donde se pueden guardar las bicicletas de manera gratuita (esto será una constante en todo nuestro recorrido).

Tras instalarnos en el hotel, fuimos a recoger nuestras bicicletas de alquiler. Como indicábamos en la anterior entrada, la empresa contratada, Loire Vélo Nature, permite recogerlas en distintos puntos, generalmente hoteles. En nuestro caso era el Best Western Hotel. No tuvimos ningún problema con la reserva y las bicicletas estaban ya preparadas. Son bicicletas híbridas, no son de montaña pero tampoco son exactamente de paseo. No obstante, hay que tener en cuenta que nuestra ruta es principalmente sobre terreno llano, así que más que suficiente.

Nuestras compañeras de viaje
En cuanto al precio, no quería indicar ninguno porque es un viaje que hicimos en 2012 y supongo que habrán variado, pero para que os hagáis una idea fueron 55€ por bicicleta para siete días.

Una vez que ya teníamos nuestras bicicletas dimos una vuelta por el centro de Tours sin ningún problema para circular con ellas. La ciudad está marcada con carriles-bici, permitiendo además ir en contrasentido en calles estrechas. En una de las avenidas principales (en la que se situaba nuestro hotel) hay señales que indican que se debe circular por el boulevard central, compartiendo esta circulación con los peatones. Sin embargo, una vez que entras en el casco histórico, una señal te indica que debes apearte de la bicicleta e ir a pie debido a la gran afluencia de peatones. Estas señales así como el respeto por las mismas por parte de todos los implicados también será una constante en nuestra ruta (aunque suponemos que habrá excepciones y problemas).

La verdad es que entre unas cosas y otras ya eran las ocho de la tarde y no nos dio para mucho. Lo justo para ver lo recomendado. La catedral de Saint-Gatien y el casco histórico formado por calles estrechas flanqueadas por casas de paredes con entramado de madera y tejados inclinados. Todas estas calles se encuentran alrededor de la Plaza Plumereau, un buen sitio donde tomar una cerveza (que es lo que hicimos, claro).
 
Cedro del Líbano, plantado en 1804

  
Casco histórico de Tours
Casco histórico de Tours

Como ya era tarde, decidimos ir al hotel, comer algo que traíamos de casa en la habitación y dormir.  Al día siguiente nos esperaba ya nuestra primera ruta. 


Enlaces:
Página Oficial de Tours
Página de la Oficina de Turismo de Tours


1 de diciembre de 2015

Roald Dahl: la mirada del niño

Seguimos con los aniversarios. Si en una entrada anterior hablábamos de los 150 años de la publicación de Las Aventuras de Alicia en el País de las Maravillas, hoy hablamos del aniversario de la muerte de Roald Dahl (Cardiff,1916 - Oxford,1990). Y aunque es cierto que no sólo escribió literatura infantil, sí quiero centrarme en ella, no sin antes dejar de recomendar las novelas y cuentos que escribió para el público adulto y que en ocasiones han quedado en segundo plano. Y qué mejor manera de comenzar que con unas palabras suyas que resumen perfectamente su universo literario.
Considero que los niños son seres semi-civilizados. Al nacer se están por civilizar, cuando llegan a los 12 o 15 años ya se les han enseñado modales: a no comer con los dedos, a ser limpios, a vestirse adecuadamente. Un montón de cosas que en realidad no quieren hacer, que no les gustan. Subconscientemente, los niños odian ser civilizados. Y la gente que les obliga a hacer esas cosas que no les gustan son los padres. Sobre todo la madre. Más adelante son los padres y los maestros. A los niños no les gustan estos adultos y yo uso esto en muchos de mis libros. Se trata de dejar en ridículo a los adultos ¿sabe usted? Es algo inofensivo pero a los niños les encanta.
Matilda (1988). Iustración de Quentin Blake

Esa imagen del adulto mediocre, aburrido, alienado, al que los niños siempre le resultan molestos, es la proyectada en los libros de Dahl, el cual no tiene inconveniente en ridiculizar, maltratar, encoger o directamente hacer desaparecer a ese adulto. Sin embargo, también existen los adultos divertidos y cariñosos, aquellos que actúan en favor de los niños protagonistas y que, en cierto modo, Dahl convierte en niños.  Y aunque el escritor siempre toma como héroe al niño, no duda en “castigar” igualmente a aquellos niños cursis, egoístas, caprichosos; en definitiva, maleducados (basta con leer Charlie y la fábrica de chocolate).

Veruca Salt arrojada al agujero de los desperdicios por unas ardillas.
Charlie y la fábrica de chocolate (1964). Ilustración de Quentin Blake

Es difícil encontrar dentro de la literatura a un autor que haga una defensa tan acérrima de los niños, y eso a través de historias en ocasiones truculentas, repletas de humor (negro en ocasiones) y en la mayoría de los casos provocativas, pero siempre mezcladas con grandes dosis de ternura. A diferencia de muchos libros de aventuras, donde los protagonistas se mueven en grupos de amigos, los niños de Dahl son protagonistas individuales, que además, en la mayoría de las ocasiones necesitarán de la figura de un adulto (ese adulto "bueno" al que nos referíamos en el párrafo anterior) para triunfar sobre el mal (sea cual sea la forma en que éste se represente). Esta individualidad del niño es acentuada en algunas de sus obras, bien por la orfandad del protagonista (James, Sofía, el niño de Las Brujas) o bien por la despreocupación de los padres, como en el caso de Matilda. Este aspecto es uno de los más característicos y repetidos en los cuentos tradicionales. No es el único que se repite en la obra de Dahl. La partida del héroe, las escenas peligrosas y terroríficas, el final feliz, la lucha del bien y el mal, etc. En efecto, cuando leemos a Dahl leemos a un autor moderno pero con un fondo tradicional, hasta tal punto que él mismo homenajeó los cuentos tradicionales, a su manera, en Cuentos en verso para niños perversos. 

Las Brujas (1983). Ilustración de Quentin Blake

Las obras de Dahl están influenciadas por su propia biografía, incluyendo datos de la misma en sus libros, entremezclando realidad y fantasía (afición por las golosinas y el chocolate, orígenes noruegos, traumática época escolar…).

Dalh posee una narrativa directa, sin extensas descripciones y con una abundancia de diálogos que permite no sólo una lectura privada y sencilla sino que provoca que cualquier padre disfrute leyendo a su hijo, permitiendo los cambios de voz, girando de lo grotesco a lo humorístico; y todo ello lleno de juegos de palabras, lenguajes inventados, surrealismo y eso tan británico que denominamos nonsense. Sin duda alguna, leer a Dahl es más que leer, es jugar.

El niño lector se siente fuertemente identificado con el niño protagonista, rechaza a los adultos que ejercen como villanos y se ampara en los adultos bondadosos de la historia (sea este mundo adulto representado por humanos, gigantes, animales, etc.). El lector adulto desea volver a su infancia y ser ese niño, o al menos identificarse con el adulto bondadoso que comprende y ayuda al héroe. Pero mientras leemos nos hacemos una pregunta inevitable. ¿No nos habremos ya convertido en el villano, en el adulto egoísta y aburrido que desprecia el mundo infantil?


Pese a que sus libros hayan sido publicados hace poco más de medio siglo, Dahl es ya un clásico  y como tal, las estanterías de nuestros niños deberían contener sus obras.


Roald Dahl (Wikipedia)
Página de Roald Dahl (en inglés)



29 de noviembre de 2015

150 años de Las Aventuras de Alicia en el País de las Maravillas

Se cumplen 150 años de la publicación de Las Aventuras de Alicia en el País de las Maravillas de Lewis Carroll, y para conmemorarlo, la Biblioteca Británica organiza una exposición desde el pasado 21 de octubre y hasta el 31 de junio de 2016. En ella pueden admirarse no sólo las ediciones originales, sino también ediciones ilustradas de Mervyn Peake, Ralph Steadman, Weisgard Leonard, Arthur Rackham o Salvador Dalí, entre otros. También recoge la primera adaptación cinematográfica de la obra, una película muda estrenada en 1903, así como los primeros objetos que rendían homenaje a la protagonista, como figuras de madera, latas de té o sellos de correos.

Igualmente, la Biblioteca Británica pone a nuestra disposición el manuscrito original que Carroll le regaló a Alice Liddell el 26 de noviembre de 1864 y que cuenta con las ilustraciones del propio Carroll. Podéis verlo aquí

En España, con motivo del aniversario, Edelvives edita, bajo el título genérico Alicia y en un solo volumen, una edición facsimilar que incluye Las aventuras de Alicia en el País de las Maravillas y A través del espejo y lo que Alicia encontró allí con las ilustraciones de John Tenniel, así como un episodio suprimido titulado Una avispa con peluca y una selección de poemas y prólogos del autor.1 

Alicia en el País de las Maravillas se puede leer desde tantos prismas que existe una numerosa cantidad de bibliografía sobre éste título, así como de Lewis Carroll y el resto de su obra. Sería complicado sintetizar aquí todas las interpretaciones, leyendas, etc. que rodean al universo de Alicia y al propio autor. Precisamente la grandeza del libro son esos prismas, esas interpretaciones que varían dependiendo, principalmente, de la edad del lector. Desde el mundo de fantasía del lector infantil (se debe recordar en este punto que existe una versión simplificada del propio Carroll), pasando por el viaje iniciático del adolescente y llegando a las interpretaciones tanto políticas como sociales del adulto, sin que ninguna de ellas descarte a las otras. Para comprender mejor el libro en esta última edad, la adulta (no olvidemos que se cumplen 150 años, es decir, está escrito para lectores de otro siglo, por mucho que mantenga su vigencia) podemos recomendar el libro Alicia anotada, que incluye los dos libros de Alicia, anotados y comentados por Martin Gardner.2

Y si las interpretaciones de la aventura de Alicia son numerosas cuando nos referimos a estudios más o menos eruditos (algunos quizás demasiado rebuscados), igual de numerosas son sus interpretaciones a ojos de los ilustradores. Desde los primeras ilustraciones de Tenniel, hasta las más actuales de Benjamin Lacombe o Rébecca Dautremer, podemos encontrar “Alicias” distintas: clásicas o modernas, infantiles, provocativas, violentas, góticas, terroríficas… cada uno puede escoger la que desee.

También es este un libro recurrente a la hora de realizar actividades relacionadas con la animación a la lectura. En este aspecto, adjunto en la lista inferior un trabajo que realicé para una asignatura del Grado de Información y Documentación. Si a alguien le puede servir para tomar alguna idea, que no dude en utilizarlo (para las actividades, no seáis crueles y hagáis copia-pega para otras cosas).3

En definitiva, 150 años de una Alicia por la que parece no pasar el tiempo, una lectura que no por clásica hay que dejar de recomendar a niños y adultos.



1Carroll, Lewis. (2015). Alicia. Zaragoza: Edelvives.
2Carroll, Lewis, Gardner, Martin. (1983). Alicia anotada. Madrid: Akal.
3Galán, Alberto. (2014). Viajando con Alicia: programa de actividades. Trabajo   para la asignatura Promoción y animación a la lectura. Recuperado de   http://bit.ly/1IgTspT  


25 de noviembre de 2015

García y Portet: vuelven, pero no

Leo titulares de que Manolo García y Quimi Portet vuelven a juntarse. Y me asusto. Es lo que tienen las redes sociales, que leemos el titular y muchas veces no pinchamos para leer la noticia completa, sobre todo desde el móvil. Y, como digo, me asusto, pienso, deseo que no vayan a hacer una cagada. Me gusta El Último de la Fila, me trae buenos recuerdos y ocasionalmente escucho sus discos. Pero no quiero que regresen como esas pseudoestrellas marchitas unidas por un puñado de euros, aunque también hay excepciones, como Los Enemigos (claro, que estos no eran estrellas). Pronto descubro que no, que no vuelven, aunque sí sacan disco. Bueno, cinco discos. Las razones que esgrimen es su inicial deseo de resucitar el segundo álbum de Los Rápidos, que nunca vio la luz, y que a partir de esto, una cosa llevo a la otra y así, al final, cinco Cds:
  • El primer disco homónimo de Los Rápidos de 1981, remasterizado.
  • Piensos Luegoexisto, su segundo álbum, rechazado por la discográfica, grabado 35 años después del primero.
  • Kloruro Sódiko, con once temas escogidos de Los Burros que han vuelto a grabar.
  • Dos discos más de El Último de la Fila con 23 canciones grabadas durante la última gira de 1995, complementadas con tres temas regrabados (Llanto de Pasión, Sara y Aviones Plateados) y cuatro bonus de canciones en directo sin mezclar de la gira de 1993, tal y como se grabaron en una cinta DAT de los primeros noventa.  

 

Cada uno puede creer razones distintas para que editen este material. Yo no tengo porque desconfiar de unos tipos que han sido honrados durante toda su carrera. No conozco ninguna concesión a la industria ni por parte de García ni mucho menos de Portet. Ni siquiera cesiones para publicidad. También recuerdo la carta escrita por Manolo García en relación con el uso de una canción suya en Operación Triunfo, en la que decía cosas como “no se trata de que me desagrade que se haga una versión de una canción mía. Que nadie se llame a engaño. Esto no es una versión en un programa de música, es sólo una pieza más en una máquina de hacer churros, o sea dinero, perfectamente orquestada. Eso y sólo eso. Para mí la música es otra cosa”.

Cierto que García enarbola tantas veces la bandera de la honestidad que hasta para algunos puede resultar sospechoso de falsedad (esa sospecha tan española), pero tal y como decía, yo nunca le he visto desliz alguno. De Portet ni hablamos. No sale en los medios, pese a sus siete discos desde que dejó El Último de la Fila (más uno anterior).

Por tanto, no tengo motivos para pensar que esto se haya hecho por dinero, y más tal y como está el panorama de ventas discográficas. Por si acaso, Manolo García se muestra tajante: El Último de la Fila no vuelve. La única concesión que haría, y sólo por diversión, sería hacer un par de conciertos con Los Rápidos. 

Otra cosa distinta es si merece la pena o no gastarse 35 euros en esta compilación. He tenido la posibilidad de escucharlo para responderme a esta pregunta y he sacado alguna conclusión, analizando uno por uno los cinco CDs que completan la caja.

Del primero de ellos, la reedición del álbum de Los Rápidos hay poco que decir. Es solo una remasterización, supongo que necesaria, ya que el segundo está grabado en la actualidad y la diferencia en calidad de sonido sería chocante. Es un álbum que tengo en casa, así que no me ha deparado ninguna sorpresa. Aunque me sigue sorprendiendo que fuera un disco que no tuviera éxito, y más dada la calidad de muchos grupos que sí que lo tuvieron, tampoco es para tirar cohetes.

El segundo, Piensos Luegoexisto, es el único que contiene material inédito (que no nuevo), aunque algunas aparecían en un disco de maquetas editado en 1995. El sonido es similar al primero, así que si te gusta ese, este no te defraudara. A mí ninguno me dice nada ahora.

El tercero es Kloruro Sódiko, con versiones regrabadas de Los Burros. La verdad es que se pierde mucha de la alegría del original, la chispa o como lo queráis llamar pero pese a ello es bastante superior a los dos de Los Rápidos, aunque sólo sea por las revisiones de Mi novia se llamaba Ramón (la menos retocada, sin duda), Portugal, Moscas aulladoras, perros silenciosos y la ralentizada El faro del fin del mundo.

Y por último, están los dos CDs con las grabaciones en directo. La verdad es que era extraño que un grupo con tanto éxito no tuviera su “disco en directo”. Para los que no los vieron nunca es de agradecer que no tengan que sufrir los testimonios audiovisuales del YouTube. Sí, está mezclado, suena limpio, pero no hay trampa, eran buenos, sonaban bien. Por si acaso, añaden cuatro canciones sin retocar, en la que quitando el sonido propio del espacio donde fueron grabadas, no se aprecia diferencia con las remezcladas. Sinceramente, hubiera preferido un directo anterior al de 1995, aquellas giras más kamikazes y en las que Portet era un guitarrista menos discreto que en las últimas, pero entiendo que era la manera de incluir canciones de todos sus discos.
Hay también tres canciones vueltas a grabar: Sara, Aviones plateados y Llanto de pasión. Cuenta Manolo García que se volvieron a grabar porque era imposible rescatarlas de las cintas de la gira, deterioradas por el tiempo. Suena a excusa porque son canciones de su segundo y tercer disco y podían haber buscado grabaciones de giras anteriores, pero bueno…
He de reconocer que me daba un poco de miedo escucharlas después de la pequeña decepción de la revisión de las de Los Burros, pero en realidad no han variado mucho ninguna de las tres. Ralentizan Llanto de Pasión pero es algo que creo que ya ha hecho Manolo García en sus conciertos. Conforme llega al final se parece más a la original. Las otras dos no han variado prácticamente en el fondo. Sí en la forma, más modernas, con un sonido más limpio. Han sido listos. Lo que está bien es mejor no cambiarlo mucho, si acaso, un poco de maquillaje.

Y después de todo esto, ¿qué? ¿Deberías gastarte treinta y cinco euros en esta recopilación, compilación, caja o como se llame? Pues depende. Si eres un mitómano coleccionista de El Último de la Fila no hace falta que te responda, lo vas a comprar igual. Hasta afirmarás que es estupendo. 
Si eres alguien al que le gusta El Último de la Fila pero sin ser algo obsesivo, si  los escuchas de vez en cuando y te recuerdan otros tiempos donde los escuchaste con regularidad, en el directo tienes un puñado de canciones que suenan bien (no esperes nada muy distinto a las originales, eso deberías saberlo), pero todo lo demás no sé si merece el precio. Yo desde luego lo tengo claro. No lo merece.Kloruro Sódiko mejora algunas canciones de Los Burros (tal vez sí lo compraría si se vendiera como unidad) y el directo alimenta el afán coleccionista, pero nada más. Y menos a ese precio.
En cuanto a ti, deberías escucharlo y preguntarte, de los cuatro CDs (el directo es doble), ¿cuántos me compraría si se vendiesen por separado? Ahí tendrás tu respuesta.
Y por último, si eres una especie rara que nunca ha escuchado a El Último de la Fila, o no les has prestado atención y tienes curiosidad, no lo compres. Cómprate los originales o escúchalos. Sólo tienen seis (más el de Los Rápidos y el de Los Burros, pero te los puedes saltar), no te costará mucho. Te podría dar mi opinión sobre cada uno de ellos, cuáles deberías escuchar y cuáles no, pero acabo de pensar que eso me da material para otra entrada en este blog así que…


Los Rápidos; Los Burros; El Último de la Fila. (2015). Historia de una banda: autobiografía sónica. Sony Music. 5 CDs.

27 de febrero de 2014

Paco de Lucía en el diccionario



Mito (1): Narración maravillosa situada fuera del tiempo histórico y protagonizada por personajes de carácter divino o heroico. Con frecuencia interpreta el origen del mundo o grandes acontecimientos de la humanidad
(Diccionario de la lengua española, DRAE, 2001)
Días antes del concierto de Paco de Lucía creía saber lo que iba a suceder. Iba a escuchar a un excelente guitarrista flamenco, el mejor de ellos, extremadamente virtuoso y con una carrera de más de treinta años, recorriendo el mundo de norte a sur y de este a oeste. Nada que no supiéramos todos los que íbamos a asistir. Y pese a ello, no me consideraba, ni mucho menos, un acérrimo y fanático admirador del ayer fallecido guitarrista. No tengo sus discos (sólo un doble recopilatorio) y he de reconocer que escucharlo entero me cansa. No me da miedo el sacrilegio que para algunos esto pueda representar. Muchos artistas me fascinan pero no los escucho regularmente. No sabía pues, si iba a ese concierto como admirador de su música o como admirador del mito. Ya sabéis, eso de “hay que ir a verlo”.
Mito (2): Persona o cosa rodeada de extraordinaria estima
(Diccionario de la lengua española, DRAE, 2001)
Mis dudas se disiparon en el instante en el que el genio se sentó en la silla y cogió su guitarra. Y sí, acerté en lo de excelente guitarrista flamenco, el mejor de ellos, extremadamente virtuoso y con una carrera de más de treinta años. Pero fue mucho más que música, igual que algunos libros son mucho más que hojas encuadernadas, o algunos edificios mucho más que piedra y ladrillo. Fue algo que haces tuyo, como si la multitud que te acompaña no existiera durante esa hora y media. Paco de Lucía, que junto a Camarón sacó el flamenco de los tablaos para llevarlo a teatros y grandes recintos, convirtió esa noche el Pabellón Príncipe Felipe de Zaragoza en el salón de mi casa, tocando sólo para mí.
Fue algo indescriptible que te hace vivir ese momento como mágico e irrepetible. El sonido hipnótico de la música, el respetuoso silencio del público (algo difícil en algunos conciertos, en los que parece que la gente vaya a contarse cómo le va la vida), apenas roto por los “olés” de los gitanos, engalanados como para ir de boda. Quizás sólo fui yo, aprendiz de Stendhal, que no iba predispuesto a esa magia, el que sentí que las emociones traspasaban con creces la barrera de la música.
Mito (3): Historia ficticia o personaje literario o artístico que condensa alguna realidad humana de significación universal
(Diccionario de la lengua española, DRAE, 2001)
Años antes, había asistido a un concierto de Michel Camilo con Tomatito. Recuerdo que pensé que Tomatito era excelente, y que la figura de Paco de Lucía, aún dejándole el camino libre para destacar con Camarón, le había eclipsado en exceso. Esa noche en el Príncipe Felipe cambié de opinión cuando salí de allí con el corazón encogido. En realidad, no fui capaz de valorar lo que había visto. Aún no puedo hacerlo. No sé si fue o no un gran concierto del viejo guitarrista, porque sólo he asistido a ese y por tanto no tengo otros con los que compararlo. No sé si se le notaba ya cansado de tantas giras o si sus “transgresiones” del flamenco seguían intactas (el “Entre dos aguas” acompañado de armónica me hace pensar que sí). Pero estoy seguro de que lo que ahí escuché fue bello. Supongo que el sentir esa belleza, que te habla de manera íntima y privada, pero cuya conversación eres incapaz de transcribir, es lo que separa la excelencia de la genialidad, una fina línea que muy pocos traspasan. Tal vez, sólo tal vez, aparezca en los años venideros un guitarrista mejor, más virtuoso, más rápido, más versátil. Pero esas gotas de genialidad dudo que las posea nadie jamás en el mundo del flamenco, igual que no habrá otro Velázquez, otro Poe, otro Stevenson, otro Dylan….
A partir de ahora seguiré escuchando mi doble recopilatorio de forma esporádica, porque me sigue cansando una escucha prolongada, pero siempre recordaré que Paco de Lucía tocó una noche de octubre para mí exclusivamente, aunque éramos miles, y fue una de las cosas más estremecedoras que me ha ocurrido en la vida. Que siga sonando su música en el mundo, de norte a sur y de este a oeste.